Ser inteligente te permite estar alerta para no ser manejada como un títere, ni a nivel material ni a nivel emocional, ni a nivel mental.
   Desde el inicio de nuestra especie, hemos vivido inmersas en una cultura: la primera era de tipo tribal. Nuestra tribu determinaba el modo de hacer las cosas, con ritos, tabúes y enseñanzas, con las historias que nos contaban sobre los ancestros, con las canciones y danzas. La cultura tribal con su determinación creaba una burbujita mental, una especie de barrrera invisible.
   En esa época tribal existían campos de libertad individual bastante extensos y la tribu también era independiente de otros grupos humanos.

   Hoy en día vivimos en medio de extensos y complejos sistemas de sociedades humanas, a escala global en bastantes ámbitos. La burbujita mental originaria ha estallado, al compararse con otros modos de vivir y de hacer de otros pueblos. Pensamos de maneras variadas y diferentes, como si fuéramos muchas tribus mezcladas. Vivimos en un ambiente de libertad para elegir el estilo de vida, para elegir las creencias que más nos convenzan. Nos educan en el colegio para tener acceso a instrumentos intelectuales con los que analizar la realidad y analizar críticamente la narrativa que los demás hacen sobre esa realidad. Somos libres de hecho y de derecho, estamos preparados para pensar por nosotros mismos, ha estallado el marco limitado de la tribu. Aunque algunos campos de nuestra libertad se encuentran limitados en pro del bien común, de la convivencia y del respeto a los derechos de los demás.

   Aun así, cada burbujita de libertad individual se haya inmersa en una ensalada de tendencias, visiones, intereses, modas, propagandas, ofertas culturales, creaciones, tentaciones, sugerencias, fascinaciones. Todo esto proveniente de distintos ámbitos, como el comercio de cosas necesarias, de cosas útiles, de cosas superfluas; el mercado de estilos de vida, gustos, actividades de ocio; el abanico de ideologías, filosofías, explicaciones del mundo, etc...
   Esa inmensa ensalada se ofrece a nosotros sin descanso. Algunos de sus ingredientes nos tironean hacia su facción intentando hacernos sentir obligación, otros culpabilidad, o bien anhelos y deseos que satisfacer, ideales y utopías que resuelvan conflictos, opciones de estilos de vida con que recrear nuestra personalidad.

   En medio de todo eso es necesario desarrollar un criterio para decidir lo que quieres y lo que prefieres. Criterios válidos pueden ser las cosas que te sientan bien, las buenas experiencias... otros buscan como criterio las emociones fuertes... o pueden ser también un criterio el obedecer a consignas dictadas por otros que nos hayan subyugado la mente... múltiples criterios para una multiplicidad de personas. Cuando eres capaz de decidir por tí misma, eres más libre que cuando te oprime una presión acaparadora o cuando te sorbe el seso una propaganda omnipresente.

   Hay que estar alerta para no permitir que te impongan órdenes acerca de cómo vivir tu vida, para evitar que te impongan etiquetas, modos de vida, medicinas que no necesitas, enfermedades que no tienes. En ocasiones la propaganda es muy sutil y se hace necesaria una preparación intelectual muy poderosa para deshacer la imposición de designios ajenos sobre tu vida.
   Para ser libre hay que estar alerta intelectualemnte, aspirar a que nadie tenga capacidad para entromenterse en tus decisiones. Sobre todo que no tengan capacidad para imponerte una visión de las cosas de corte negativo, limitante, oscuro o que no te favorezca. ¿Os acordáis de los hombres grises de la novela MOMO? Es importante estar alerta para que no influyan en nuestras decisiones otros entes que se hacen invisibles a propósito, pues persiguen sus propios intereses, no los tuyos.


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